Fuiste creado para el dominio

Un capìtulo del libro Semillas de Verdad: Desde Génesis hasta Apocalipsis

Por Mike Harding

 

Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a tu imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra. Génesis 1:26-28

 Cuando Dios dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen...” y luego, “y señoree...”, estaba expresando algo de su propia naturaleza. Dios es un Dios de dominio. Cuando él nos creó a su imagen, él estaba impartiéndonos la naturaleza de dominio y autoridad. Cuando él decidió hacernos semejantes a Jesús, él estaba decidiendo convertirnos en la imagen de Aquel que calmó el mar, caminó sobre el agua y resucitó a los muertos. Jesús no era solamente un tipo realmente agradable. Él echó fuera a los demonios con una palabra, él sanó a los enfermos con un comando, y él confrontó sin temor a los religiosos hipócritas. Estamos destinados a ser como él.

 Cuando Dios puso a Adán en el Jardín del Edén, él le dijo que lo “labrara y lo mantuviera.” ¿Qué significa esto? En el hebreo, “mantenerlo” significa protegerlo y velarlo. ¿Por qué sería necesario, salvo que ya hubiera un enemigo de quien protegerse? Dios dio a Adán y Eva el dominio en un lugar donde el enemigo ya estaba llegando a robar, matar y destruir. (Juan 10:10) Efectivamente, Satanás apareció en la forma de una serpiente en Génesis 3:1.

 De la lectura de Génesis 1:26, es posible que te de la idea de que nuestro dominio es solo sobre “los peces, aves, vacas y reptiles”. ¿Es nuestro dominio limitado a los animales? Si fuera así, ¿por qué le dijo Dios a Adán que cuidara y protegiera el jardín? ¡Nuestro dominio era sobre enemigos espirituales también!

 Dios nos diseñó para el dominio. Esta es una de las semillas de verdad, o temas, que se muestran a través de la Biblia desde Génesis hasta Apocalipsis. Al final del libro de Apocalipsis, vemos la humanidad gobernando y reinando con Jesús en su reino eterno.

 Pero antes de eso, vemos a nuestro destino al dominio en otros libros de otros profetas:

 ¡Oh Jehová, Señor nuestro, Cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra! Has puesto tu gloria sobre los cielos; De la boca de los niños y de los que maman, fundaste la fortaleza, A causa de tus enemigos, Para hacer callar al enemigo y al vengativo. Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, La luna y las estrellas que tú formaste, Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, Y el hijo del hombre, para que lo visites? Le has hecho poco menor que los ángeles, Y lo coronaste de gloria y de honra. Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos; Todo lo pusiste debajo de tus pies: Ovejas y bueyes, todo ello, Y asimismo las bestias del campo, Las aves de los cielos y los peces del mar; Todo cuanto pasa por los senderos del mar. ¡Oh Jehová, Señor nuestro, Cuán grande es tu nombre en toda la tierra! Salmo 8

 Salmo ocho, escrito por el rey David, es una grandiosa revelación del alto llamado del hombre a reinar y gobernar con Dios sobre su creación y su reino. El rey David, por supuesto, entendió algo acerca del llamado de Dios al dominio y la autoridad.

 David escribe en el versículo tres sobre la creación de Dios: “tus cielos, obra de tus dedos.” Él las describe como “la luna y las estrellas”. En el versículo cuatro él pregunta por qué la humanidad es importante en el plan y propósito de Dios. “¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites?” Él responde a la pregunta en los versículos cinco y seis. El verso cinco dice que fuimos hechos un poco menor que los ángeles. La palabra “ángeles” aquí es en realidad la palabra hebrea “Elohim”, es decir, seres celestiales o dioses. Se trata de una palabra en plural, pero casi siempre se traduce como “Dios” en el resto del Antiguo Testamento. (¿Sabías tú que en hebreo, “Dios” es una palabra en plural? Se refiere a la naturaleza trina de Dios.) Fuimos hechos un poco menor que Dios, o un poco menor que los ángeles. En realidad, fuimos hechos un poco menor que los ángeles en el poder y la capacidad, pero fuimos creados para estar por encima de los ángeles en nuestra posición eterna. 1 Corintios 6:3 dice que los santos “han de juzgar al mundo” y que vamos a “juzgar a los ángeles” también. Hebreos 1:14 dice que los ángeles son “espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación”. Estamos destinados a ser los hijos e hijas de Dios, el cuerpo y la novia de Cristo. Los ángeles son los siervos de Dios. Así que podemos estar por debajo de ellos ahora en nuestra forma humana limitada, pero en la familia de Dios superamos a los ángeles y vamos a gobernar y reinar con Jesús para siempre.

 El verso cinco dice también que somos coronados con gloria y honor. Esta es una declaración profética. Habíamos perdido la gloria y el honor en la caída. Jesús, nuestro campeón, llegó y ganó de nuevo la gloria y el honor. En un sentido profético, este versículo se aplica a Jesús primero. Él es el único hombre que merecía ser coronado de gloria y honor por Dios. Él es “el Hijo del hombre”. Sin embargo, entendemos que Jesús vino a restaurar la gloria y el honor para nosotros. ¡Los ganó de nuevo para nosotros, porque Adán y Eva los perdieron! Así que si estás en Cristo, ¡eres coronado con gloria y honor! Si no estás en Cristo, ¡todo está perdido! El versículo seis dice que Dios nos creó para tener dominio sobre todas las obras de sus manos. Dice que él ha puesto todas las cosas bajo nuestros pies. De nuevo, esto es profético de Jesús primero, y luego de nosotros. Adán y Eva fueron creados con el dominio, pero lo perdieron. Jesús lo ganó de nuevo y la restituyó a nosotros. Sin embargo, el dominio pertenece legalmente a Jesús en primer lugar. Si somos parte del cuerpo de Cristo, y parte de su novia, reinaremos con él. Estamos restaurados al dominio. Estamos aprendiendo el dominio y practicando el dominio. Estamos creciendo en el dominio a medida que crecemos en la fe.

 ¿Sobre qué señorearemos? “¡Sobre todas las obras de las manos de Dios!” ¿Qué ha puesto bajo nuestros pies? “¡Todas las cosas!” (Lee 1 Corintios 15:25-27 para ver que este Salmo profético se refiere a Jesús primero, y luego a nosotros en Cristo. También compara Efesios 1:22 y Efesios 2:06. Si todas las cosas están ahora bajo los pies del hombre Jesucristo, y si nosotros somos su cuerpo, ¡entonces todas las cosas también están bajo nuestros pies!)

 Por si acaso piensas que este salmo está hablando sólo de “bestias y aves y peces” (versículos 7 y 8), recuerda esto: “Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste...” ¿Cuáles son las obras de sus dedos? “Los cielos, la luna, las estrellas...” ¿Son “las obras de sus manos” lo mismo que “las obras de sus dedos”? ¡Por supuesto que sí! Entonces, si fuimos hechos para tener dominio sobre las obras de sus manos, de la misma manera fuimos hechos para tener dominio sobre las obras de sus dedos. Fuimos creados para tener dominio sobre los cielos y las estrellas. ¡Fuimos hechos para gobernar y reinar con Jesús como su cuerpo y su novia! Si tú estás en Cristo, reinaras con él. Si no estás en Cristo, lo has perdido todo.

 ¿Qué sucedió cuando Jesús vino a recuperar el dominio? Podemos leer sobre esto en Lucas capítulo cuatro:

 Y le llevó el diablo a un alto monte, y le mostró en un momento todos los reinos de la tierra. Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy. Si tú postrado me adorares, todos serán tuyos. Respondiendo Jesús, le dijo: Vete de mí, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás. Lucas 4:5-8

 Satanás se acercó a Jesús para tentarlo a caer en la misma trampa que Adán y Eva. Satanás le mostró a Jesús todos los reinos del mundo, y le dijo: “A ti te daré toda esta potestad (dominio), y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada.” ¿Estaba Satanás diciendo la verdad? Sí - toda la autoridad se le había dado a él cuando Adán y Eva obedecieron a Satanás en lugar de a Dios. Adán y Eva se convirtieron en esclavos de Satanás y entregaron el dominio que Dios les había dado. (Romanos 6:16) Satanás reconoció que Jesús había venido a recuperar el dominio. Es por eso que le ofreció a Jesús un atajo - una tentación - una trampa. “Adórame y yo te lo daré.” Esa parte, como sabemos, era una mentira. ¡Pero el resto era verdad!

Jesús resistió la tentación de recuperar la autoridad adorando a Satanás. Jesús vino a recuperar el dominio, pero él lo haría obedeciendo al Padre y no obedeciendo a Satanás.

 Jesús obedeció al Padre toda su vida. Luego murió por nosotros en la cruz y resucitó de entre los muertos al tercer día. Ahora mira lo que dijo Jesús después de resucitar de entre los muertos:

 Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo… Mateo 28:18-19

 Después de la resurrección, Jesús anunció: “Toda potestad me es dada en el cielo y la tierra.” ¿Quién se la dio? No fue Satanás - ¡Satanás quería mantener la autoridad! Fue Dios el Padre. Dios el Padre, como un juez, le quitó la autoridad (dominio) a Satanás y se la otorgó a Jesús. ¿Por qué? Hay dos razones. Una de las razones es porque Satanás ilegalmente dio muerte a Jesús. Jesús nunca obedeció a Satanás. Él no cometió pecado. Así que Satanás no tenía derecho a dar muerte a Jesús en la cruz. La otra razón por la que Dios concedió a Jesús la autoridad se debe a que, a diferencia de Adán, Jesús obedeció al Padre perfectamente toda su vida. Entonces él murió para pagar por los pecados de la familia de Adán y Eva, la raza humana. Al morir por nosotros, él nos reconcilió a Dios y le quito a Satanás el derecho de gobernarnos.

 Siempre pensé que era extraño que Jesús dijera: “Toda potestad me es dada...” Si Jesús era realmente Dios, ¿no tenía ya toda autoridad? ¿Acaso no creó los cielos y la tierra? ¿Por qué venir a la tierra y sufrir terriblemente sólo para recibir la autoridad que ya tenía? Parte de la respuesta es que él vino para recibir la autoridad como un hombre. Sí, él ya la tenía como Dios. Sin embargo, Filipenses 2:5-11 dice que Jesús se despojó de su poder divino, su ciencia divina y de su autoridad divina, cuando vino a la tierra como un hombre. Él vivió como un hombre de verdad, dependiendo de Dios el Padre en todos los sentidos. El resto de la respuesta, por supuesto, es que lo hizo por nosotros. Ganó la autoridad que Adán perdió para que nosotros pudiéramos vivir en el dominio de nuevo.

Es por eso que Jesús dijo: “Id, pues...” en el versículo 19. Él ganó el dominio de nuevo. Es de él para compartirlo contigo. Es de él para delegártelo a ti. Él estaba diciendo que si él es tú Salvador y tú Señor, entonces tú estás ahora autorizado a ir al mundo con la autoridad restaurada. Puedes ser su representante y su embajador. Tú puedes vivir en el dominio porque Dios te diseñó para el dominio.

 Si estás en Cristo, eres restaurado en el dominio. Si no estás en Cristo, lo has perdido todo.

 Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia. Romanos 5:17

 El apóstol Pablo nos enseña que hemos de reinar en vida a través de Jesucristo. ¿Qué es reinar? Es lo que hacen los reyes. Ellos ordenan. Ellos viven en victoria. Caminan en autoridad. ¿Cuándo vamos a reinar? ¿Algún día en el cielo? No, aquí y ahora. En esta vida. En esta tierra. ¿Por qué podemos reinar? Es porque Jesús nos ha dado el don de la justicia delante de Dios. Es porque Jesús nos da gracia abundante. ¿Cómo podemos reinar? A través de Jesucristo. Con su nombre. Y su victoria.

 ¿Qué significa reinar en esta vida? Esto significa que vives en creciente victoria sobre el miedo, la depresión, la opresión, la pobreza, sobre la enfermedad y la dolencia, y sobre el pecado. Esto significa que los demonios no te detienen o te intimidan de cualquier cosa que Dios te llame a hacer. Te das cuenta de que Satanás está derrotado y vives en esa victoria.

 Romanos 5:17 describe dos cabezas sobre la raza humana. Adán fue la primera cabeza. Adán cayó, y todos los nacidos bajo el primer Adán nacen en su caída, su esclavitud, su naturaleza pecaminosa, y su condenación. Jesús es la segunda cabeza, o “el último Adán”. (1 Corintios 15:45) Todos los nacidos en la familia de Dios a través de Jesús reciben la victoria de Jesús, el dominio de Jesús, la naturaleza divina de Jesús y la justicia de Jesús. Si estás en Cristo, reinarás. Si no estás en Cristo, lo has perdido todo.

Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! Romanos 8:15

 En Romanos 8:15, Pablo identifica a las dos naturalezas espirituales que se encuentran en la raza humana en estos momentos. Si no eres nacido de nuevo, tienes el “espíritu de esclavitud”, y eres controlado por el miedo. Esclavitud significa cautiverio. Si no has aceptado a Cristo, sigues siendo un esclavo del pecado y de Satanás. Es parte de tu naturaleza caída. En un nivel espiritual, eres motivado y controlado por el miedo. Así es como funciona el reino de Satanás. Satanás controla a las personas con el miedo y la mentira. Dios motiva a la gente con amor y verdad.

 Si has nacido de nuevo, entonces has recibido el “Espíritu de adopción por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!”. ¿Qué significa eso? El Espíritu de adopción es el Espíritu Santo. El entra y renueva tu corazón en el nuevo nacimiento. Tienes una naturaleza nueva. Tienes la naturaleza de un hijo, no de un esclavo. Algo dentro de ti ahora grita: “¡Papá, Abba, Padre!” Ya no eres un esclavo. No tienes una naturaleza de esclavo. Tu es un hijo. Tienes una naturaleza de dominio. Ya no tienes que ser controlado o motivado por el miedo. Dios te trata con amor y verdad. Satanás está bajo tus pies.

 Cuando Pablo dice, “no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor”, se está refiriendo a cuando Israel estaba en condiciones de esclavitud en la tierra de Egipto. Esto fue en el final del libro de Génesis y el comienzo del libro de Éxodo. Israel había ido a Egipto en una época de hambre. Ellos encontraron provisión en Egipto, pero después de varias generaciones terminaron en esclavitud bajo el Faraón de Egipto. Generaciones de israelitas nacieron y se criaron en la esclavitud. Tenían una mentalidad de esclavos. Ellos tenían una identidad de esclavitud.

 Dios levantó a un hombre llamado Moisés para sacar a Israel de Egipto hacia la Tierra Prometida. Juicios sobrenaturales en contra de la tierra de Egipto convencieron al Faraón para liberar a los israelitas. Israel siguió a Moisés fuera de Egipto y se fueron a la frontera de la Tierra Prometida. Dios dijo a Moisés que enviara 12 espías para ver la tierra y traer de vuelta un informe. Cuando los 12 espías regresaron, dos de ellos dijeron: “Dios nos ha dado la tierra.” Sin embargo, diez de ellos dijo: “No podemos tomar la tierra. Los enemigos son demasiado grandes para nosotros. Vamos a morir aquí.” Israel cayó en el miedo y se negó a tomar la tierra que Dios les había mandado.

 La respuesta de Dios fue la siguiente: Todos los de esta generación van a vagar por el desierto durante cuarenta años. Todos ellos morirán en este desierto, a excepción de los dos espías que dieron un buen informe. Después de cuarenta años, la próxima generación podrá entrar y tomar la tierra. (Números 14:26-38)

 ¿Por qué Dios tuvo que hacer esto? Es porque la primera generación que salió de Egipto tenía una mentalidad de esclavos. Tenían un carácter de esclavos. No podían verse a sí mismos como hijos de Dios o como conquistadores. Ellos fueron controlados por el miedo. La mentalidad de esclavo tenía que morir. Una nueva generación tuvo que crecer sin una mentalidad de esclavos. Ellos sí serían capaces de creer en Dios y conquistar la tierra.

 Es por eso que Pablo dijo: “No habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor.” Él estaba diciendo que, como cristianos, hemos sido liberados de la vieja naturaleza de esclavos. Ya no estamos para ser controlado por el temor. Somos más que vencedores en Cristo Jesús. Somos hijos e hijas, motivados por el amor de Dios y la verdad. Vamos a reinar con Jesús. Viviremos en el dominio.

 Si sufrimos, también reinaremos con él; Si le negáremos, él también nos negará.

2 Timoteo 2:12

 Desde Génesis hasta el Apocalipsis, vemos esta semilla de verdad, esta revelación de la llamada al dominio. Pablo dijo a Timoteo: “Si sufrimos, también reinaremos con él...” Es nuestro destino.

 En el libro de Apocalipsis, vemos este tema completamente desarrollado. Lo vemos realizado y cumplido:

 No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos. Apocalipsis 22:5 ¡Aleluya!