Dios Quiere Ser Tu Padre

Por Michael Harding

 

Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes. No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle. Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos. Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba. Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó. Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse. Lucas 15:11-24

 ¿Has escuchado la historia del hijo prodigo? Esta historia bien conocida es unas de las parábolas que Jesús relató mientras Él enseñaba a la gente acerca de Dios. ¿Qué es una parábola? Es una historia creada que tiene un significado real para nosotros. Los personajes son símbolos, los eventos son simbólicos. Jesús hablaba a menudo en parábolas. Si tienes hambre profunda de Dios, verás el significado de la parábola; Dios te hablará a través de la parábola.

Por eso, los personajes son simbólicos. ¿A quiénes representan? En esta historia, el padre, por supuesto, representa a Dios. Nosotros representamos a los hijos, ¡tu y yo! ¿Cuál es el propósito de la parábola? Es para revelar el corazón del Padre Dios hacia ti. ¿Cuál es el significado de esta parábola? ¡Dios quiere ser tu Padre! Él te quiere recibir como Su hijo que se había perdido; para amarte y abrazarte y hacerte uno de los Suyos por siempre y para siempre. ¡Continúa leyendo!

 ¿Te gustaría conocer a Dios personalmente como tu amante Padre? Él no es solamente el Creador, y no es solamente el Juez Celestial que veremos algún día en el futuro. Él quiere ser tu Padre. ¡Él quiere amarte y sanar tu corazón y enseñarte y hacerte Su propio hijo en todos los sentidos! ¡Continúa leyendo! 

 No importa de que “religión” eres o a cuál iglesia asistes – o no asistes. Si realmente no conoces a Dios como tu “Abba”, una palabra en griego que significa “Padre” o “Papá”, ¡entonces continúa leyendo! ¡Dios puede ser tu “Abba”, tu “Papá”, comenzando hoy!

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 El hijo menor en la parábola vino a su padre un día y le dijo, “Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde”. La Biblia dice que el padre les repartió sus bienes.

 ¿Qué vemos aquí? Por lo general conocemos a una persona a través de sus palabras y acciones. Si escuchas a alguien, y si lo observas, puedes llegar a entender lo que está en su corazón. Vemos aquí a un padre que valora las relaciones. ¡El no dudó en darle a sus hijos la porción de su herencia, aunque era un poco prematuro! A él no le importaba el dinero, solo le importaba sus hijos y su relación con ellos. Él no era tacaño, él era generoso. El hijo más joven, sin embargo, no valoró la relación que tenía con su padre. Él quería las cosas; ¡él quería dinero! (Una pregunta para ti: ¿Qué valoras? ¿A las personas o al dinero? ¿Relaciones o poder? ¿A los que amas o ambiciones personales? ¿A Dios? ¿Amistad? ¿Lujos? ¿Control? ¿Comodidad? ¿Placeres? ¿Seguridad? Esta lista pudiera seguir y lo sabes. Pero es importante mirar honestamente a lo que verdaderamente valoras, ¿No crees?). Entonces el hijo menor quería cosas. Él no quería quedarse o pasar tiempo con Papá. ¡Algunos días más tarde, él se marchó con su “chequera” y su nueva “libertad” para ir a vivir así! 

Aquí es donde la parte simbólica comienza: ¿no hemos hecho algo parecido o cuando menos hemos deseado hacerlo? Esta parte de la parábola representa nuestra rebelión en contra de Dios. ¿Qué? Quizás digas, “¡Yo no me he rebelado en contra de Dios!” (O quizás digas, “¡O sí! ¡Yo me he rebelado en contra de Dios en gran manera!”) De cualquier forma, Jesús está tratando de que veas algo. Si no tienes una relación íntima y amorosa con Dios como tu Padre, entonces ¡TÚ puedes ser el hijo pródigo! Tú puedes ser el que está allá fuera, tratando de hacer todo por ti mismo, cuando Dios realmente te quiere cerca de Su corazón.      

 El hombre joven “se fue a un país lejano”. ¿Has tratado de alejarte de Dios lo más lejos posible? Si no quieres que Él “interfiera” con tus decisiones, si no quieres que Su moralidad juegue con tu consciencia, corres. Claro, no hay sitio donde puedas ir. ¡Pero lo intentamos!

 Entonces, ¿qué hizo el muchacho? Él “desperdició sus posesiones con una vida pródiga”. ¿Qué significa “pródiga”? Significa ¡yo quiero lo que quiero, y lo quiero ahora! ¡Yo quiero placeres, entretenimiento y fiestas locas y no quiero que nadie me detenga! 

 ¡Ahora él está sin dinero y se da cuenta de que había sido un verdadero idiota pero no está dispuesto a ceder aún, ni tan cerca de hacerlo! Pero la situación se empeora. ¡Ahora hay una gran hambre en la tierra; desempleo alto, muchas personas han perdido sus casas por no poder pagar las hipotecas! Él no encuentra trabajo y está hambriento. Finalmente él encuentra un trabajo, alimentando a cerdos. Su salario era bajo. Tan bajo ¡que hasta el alimento de los cerdos se veía bueno para comer!

 Finalmente él dice, “¡Está bien! ¡Necesito irme a casa! Me estoy muriendo aquí.” Él decide regresar a su casa y confesar sus pecados. Él diría, “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti”. Todo va bien hasta ahora. Siempre es correcto que confesemos nuestros pecados a Dios. Cuando has echado todo a perder, cuando has huido, no trates de ocultarlo. No mires en otra dirección, silbando, esperando que Dios no se dé cuenta. ¡Él se da cuenta! Confiesa tus pecados, sé honesto.

 Pero este joven hace algo curioso. Él planifica decirle a su padre, “Ya no merezco que se me llame tu hijo; trátame como si fuera uno de tus jornaleros.” Hmmm.

 ¿Qué ves aquí? Este joven realmente no conoce a su padre. Es posible conocer a alguien por mucho tiempo y no conocerlo realmente. Sin realmente conocerlos. El joven pensó que conocía a su padre. Él pensó que él sabía como su padre pensaría y reaccionaría si él regresaba a su casa. Pero no lo sabía. Nosotros por lo general cometemos el mismo error con Dios. Pensamos que conocemos cómo Dios se siente acerca de nosotros, pero quizás realmente no lo sabemos.

 El hijo pródigo pensó, “Puede que mi padre me reciba como a uno de sus sirvientes, pero jamás me recibirá como a un hijo. Lo he echado todo a perder. Lo he decepcionado tanto que es irreversible. Lo mejor que yo pueda esperar es ser un sirviente en la casa. Puedo dormir en la granja y tener algo para comer si trabajo duro, pero Él nunca más me volverá a realmente amar o aceptar. He quebrantado su corazón.”

 El hijo estaba juzgando mal a su padre. Él pensó que a Papá se le iba a reventar un fusible porque él se había ido y había gastado la mitad del dinero de la familia. Él pensó que Papá valoraba el dinero más que la relación. Él pensó que su papá sólo lo iba a querer como un sirviente, pero no como un hijo.

 Nosotros hacemos lo mismo con Dios. Pensamos que, porque lo hemos echado todo a perder, porque nos hemos rebelado y pecado y hemos tratado de vivir nuestra vida sin Él, que Él estará enojado con nosotros, que Él nos condenará. Pensamos que quizás, solo quizás, Él nos reciba como siervos, pero no como hijos – no como hijos verdaderos o reales.

 Nosotros juzgamos mal a Dios. Pensamos que Dios valora el servicio y la obediencia más que la relación. La religión hace eso. La mente religiosa dice que Dios está bien lejos y probablemente está enojado contigo por tus pecados y errores. La religión dice que, quizás, si trabajas duro, Dios quizás te acepte como un siervo, pero nunca como hijo. La religión te dice que Dios sólo valora tu obediencia y que a Él no le importa tu corazón. La religión dice que tienes que tratar de obedecer las reglas de Dios, a distancia, con la esperanza de que quizás Él te acepte.

 Todo eso es mentira.

 Dios es como el padre en la parábola del hijo pródigo. Él valora la relación sobre cualquier cosa y Él está dispuesto a perdonar nuestros peores errores para restaurar una relación perdida. Él quiere recibirnos como sus hijos e hijas. Él quiere que entremos a una relación con Él y que estemos cerca de Su corazón para siempre. Él no quiere que regreses a casa como un sirviente, sino como hijo. Claro, tenemos que obedecerlo. Claro que le vamos a servir. ¡Pero nuestro verdadero llamado de Dios es para ser hijos y no siervos! 

 Entonces el hijo pródigo regresa a casa esperando un regaño, listo para dormir en la granja, demasiado avergonzado como para otra vez mirar a su padre a los ojos.

 ¿Pero, qué es lo que Jesús dice? “Cuando aún estaba lejos, lo vio su padre…” ¿Cómo fue que su padre lo pudo ver aun cuando estaba lejos? Es porque su padre lo estaba buscando, esperándolo, por meses o quizás años. Todos los días su padre miraba el camino, cubriendo sus ojos del sol, haciendo esfuerzo para ver y pensaba, “Quizás hoy mi hijo vendrá a casa para estar conmigo.” Él no estaba pensando en el dinero que se perdió, ni tampoco estaba pensando en la rebeldía de su hijo o la decisión tonta que hizo. Lo único que él estaba pensando era, “Quizás hoy mi hijo vendrá a casa para estar conmigo.

 Un día, como otros cientos de días, el padre miró el camino, esforzándose para ver si él pudiera ver la silueta de su hijo en la distancia. En este día, finalmente, su corazón dio un brinco. Hay movimiento; alguien viene por el camino hacia acá. Se parece… Se parece… ¡Lo es! ¡Su hijo viene a casa! ¡Él corre! ¡Él corre todo el camino hacia la figura que camina y se le tira al cuello, abrazándolo y besándolo! ¡Su hijo había regresado a casa para estar con él!

 El hijo está preparado para recibir el regaño más grande de su vida. ¡Él se lo merece!  Entonces confiesa su pecado, y lo dice tal como es. No trata de cubrir la verdad: ¡Él había echado todo a perder! Pero luego comienza a decir lo indigno que es, como él dormirá en la granja y sólo será un sirviente – pero por favor, sólo perdóname.

 ¡El padre ya lo ha perdonado! Mientras el hijo está hablando de lo indigno que es, ¡su padre está haciendo preparativos para una gran fiesta para celebrar!

 El padre le dice a sus sirvientes, “¡Pronto! Traigan la mejor ropa para vestirlo. Pónganle también un anillo en el dedo y sandalias en los pies. Traigan el ternero más gordo y mátenlo para celebrar un banquete. Porque este hijo mío estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había perdido, pero ya lo hemos encontrado.”

 ¿Cómo se siente Dios acerca de ti? Él solo quiere que regreses a casa para estar con Él, para que estés cerca de Su corazón y lo dejes amarte para siempre. ¡Él está listo para restaurarte a Su plan original para ti! ¡Él te quiere vivo, no muerto! ¡Él quiere que seas encontrado y no perdido!

El hijo había estado alimentando cerdos apenas un tiempo atrás. Él estaba sucio. Apestaba. El padre en la parábola (Dios) le dijo a sus sirvientes (los ángeles de Dios) “Traigan la mejor ropa para vestirlo.”¿La qué? LA MEJOR. ¡No solamente un vestido, no solamente un vestido limpio, sino el MEJOR vestido! En este mundo, el diablo está tratando de convencer a la mayoría de ustedes de que son basura sin valor. Quizás sientas que nunca podrás ser digno de lo mejor, pero Dios quiere lo mejor para ti; no es porque has hecho todo lo correcto, ¡sino porque eres Su hijo!

 Este hermoso y limpio vestido representa la justicia de Dios. Cuando Dios te perdona, Él te cubre con vestiduras de justicia limpias. (Isaías 61:10). Ya no estás sucio. Estás limpio ante Dios.        

 Entonces el padre le da al hijo el anillo de la familia y sandalias para sus pies. En aquellos tiempos, las sandalias eran para los hijos e hijas en la casa; los sirvientes estaban descalzos. El anillo de la familia era la restauración de autoridad. Significaba, “tú eres el hijo de tu padre otra vez. Si necesitas algo, vé al pueblo y ponlo en la cuenta de tu papá. Si necesitas que hagan algo, el anillo le dirá a los sirvientes, ‘Haz lo que este hombre pide.’” Las sandalias y el anillo llevan un mensaje, “Té eres mi hijo otra vez. Todo ha sido perdonado; todo es restaurado”.

 Entonces ellos mataron al becerro gordo y tuvieron una gran fiesta. ¿Sabías que cuando te apartas de tu rebelión, cuando regresas a la casa de tu Dios como tu Padre, hay una gran fiesta en los cielos? ¡Dios y todos los ángeles celebran porque has regresado a casa! (Lucas 15:10)

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Algunos de ustedes tuvieron buenos padres aquí en la tierra. Algunos de ustedes tuvieron padres terribles. Si tuviste un buen padre, puede que tengas unos recuerdos lindos del amor y la protección de tu padre. Posiblemente entiendas que Dios nos da padres para representarlo a Él cuando éramos pequeños, para amarnos y enseñarnos y protegernos. Puedes tener esa profunda confianza y seguridad que viene de la fuerza y el amor del padre. Posiblemente ya sabes el significado de que Dios quiere ser nuestro Padre Celestial para siempre.

 Pero si has tuviste un mal padre, la misma idea del padre puede provocarte fuertes sentimientos de temor o ira o amargura en ti. Tu padre pudo haber sido muy abusivo, alcohólico, controlador, crítico, imposible de complacer, airoso, emocionalmente frío o completamente ausente. Pudo haber traicionado tu confianza o tu inocencia de maneras horribles. La idea de Dios como tu “Padre” pudiera ser tu peor pesadilla.

 Dios nos dio padres para que nos amen y nos protejan. Su intención fue para que ellos fueran buenos, amorosos y justos. Pero Él también nos dio libre albedrío. Cuando las personas andan mal,  ellos se pueden comportar de formas hirientes y horribles. Pero Dios continúa honrando nuestro libre albedrío, aun cuando herimos a aquellos que debemos amar.

 Si tienes recuerdos dolorosos de tu padre, si tu imagen de padre ha sido torcida de alguna forma, Dios quiere sanar tu imagen cómo un padre debe ser. Él quiere ser un buen Padre para ti.            

 Los padres nos tienen que proveer con amor incondicional, seguridad y protección, sentido de pertenencia y aceptación, una identidad saludable, fuerza interior, motivación, afecto, una imagen de éxito, y verdadero perdón cuando cometemos errores. Si te han faltado algunas de estas cosas por parte de tu padre terrenal, Dios quiere sanar tu corazón y suplirte con las cosas que te han faltado. Yo oro que la sanidad comience en tu vida AHORA MISMO, mientras lees este folleto. Tu serás Su hijo ahora mismo, si lo aceptas como tu Padre.                                         

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Hay algo que debes saber. Jesús dijo, “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por Mi.” (Juan 14:6) ¿Qué significa esto? Si quieres regresar a casa con el Padre, la única manera es a través de Jesús. A través de la fe en Jesús. A través de aceptar a Jesús como Salvador y Señor. ¿Por qué es eso? Jesús dijo, “Yo soy la puerta. El que entre por esa puerta, será salvo…” (Juan 10:9) ¿Cómo puede ser Él una puerta? Una puerta da paso entre dos lugares. Jesús es la única puerta entre el Cielo y la Tierra. Una puerta siempre tiene dos lados. Jesús es Dios en un lado y hombre en el otro. Él es Emanuel, “Dios con nosotros.” (Isaías 7:14, Mateo 1:23) Dios se hizo un hombre llamado Jesús para tender un puente sobre la brecha causada por el pecado, y separación entre el Cielo y la Tierra. Jesús murió en la cruz, dando Su vida como pago por nuestros pecados y se levantó de la muerte al tercer día. La Biblia dice “si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo.” (Romanos 10:9) La Biblia dice que “todo el que invoque el nombre del Señor será salvo.” (Romanos 10:13) La Biblia dice “Cree en el Señor Jesús; así tú y tu familia serán salvos.” (Hechos 16:31) ¿Lo puedes ver? Todas las personas del mundo han huido lejos de Dios. Nuestro planeta está lleno de pródigos. Si sigues huyendo de Dios, el final del camino es separación eterna de Él. Es un lugar llamado infierno. ¡No vayas a ese lugar! Jesús vino a buscar y a salvar lo que se había perdido; ¡nosotros! (Lucas 19:10) Si crees en Jesús; si vienes a través de Jesús, quien es la puerta abierta hacia el Cielo (Apocalipsis 4:1), serás salvo. Serás hecho un hijo de Dios. Serás perdonado y recibirás vida eterna en la presencia de Dios.

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Yo quiero que recibas el amor del Padre ahora mismo. ¿Lo aceptas? Quiero que imagines que eres el hijo(a) pródigo(a). Te das cuenta que tienes que regresar a casa, a Dios, donde tu corazón pertenece. Entonces estás caminando hacia tu casa. Si fuiste rebelde, o un prófugo, si has cometido errores realmente malos, ven preparado para confesar tus pecados a Dios. Pídele perdón, ¡pídeselo ahora!

 Haz esta oración, en voz alta: “Dios, me regreso a casa contigo ahora mismo. Quiero que seas mi Padre. Te confieso mis pecados y mi rebelión. Te pido que me perdones y me limpies. Sé que ahora mismo vienes a mí, corriendo para abrazarme y besarme y para recibirme como Tu hijo(a). Me pones el vestido de justicia sobre mí ahora mismo. Me pones las sandalias en mis pies y el anillo de la familia en mi mano. Los ángeles de Dios celebran porque regreso a casa ahora mismo. Creo en Jesucristo. Él es mi Salvador y mi Señor. Jesús murió por mí en la cruz, pagando por mis pecados con Su vida, con Su sangre. Yo vengo a Ti, Dios, a través de Jesucristo, la única puerta al cielo. Dios, quiero conocerte como Padre. Por favor, sana mi corazón y lléname con Tu amor, en el nombre de Jesús. Amen.”      

Si sinceramente has hecho esta oración, ahora eres hijo(a) de Dios.  Has sido perdonado y eres salvo. Dios es ahora tu “Abba”, tu Papá. (Romanos 8:15, Gálatas 4:6) ¡Bienvenido(a) a la familia! ¡Hay una fiesta en el cielo ahora mismo a causa de ti!